Revista de Literatura Año I No. 1 2005Bifronte nace para dialogar, para vehicular ideas y armar un carro otro que conduzca hacia delante, hacia mañana. ¿Una convicción? Jamás una sola, pero valgan las similares a esta: La cultura nunca sobrevive a la falsa unanimidad. Nos anima arrimarnos a la experimentación, desligarnos de castradoras teorizaciones que en lugar de profundizar, banalizan. Rechazamos cualquier exigencia y manipulación que opere contra la imaginación, el desenfado, la crítica y la ironía. Si echamos a andar este proyecto es para sentir, aunque sea, el estrépito del pistoletazo en el concierto. Indice la muerte de caín / 4 el versolibre / 10 intramuros Ernesto Santana se trata de perder Ormany Rodríguez / 12 narrativa / 13 virtual Luis Felipe Rojas Rosabal entrevista / 16 escapar de las emociones (con Caridad Atencio) la opinión / 19 libertad. ala de la industria José Martí permanencia del espía y del fantasma Antonio José Ponte Duanel Díaz Infante escribir en provincias Guillermo Vidal Ortiz el anaquel / 30 un diario con más de cien años Guillermo Cabrera Infante el pan de los muertos Ismael González Castañer isla violeta en entero verde (otra ocasión para leer a Reina María Rodríguez) algo similar a los monstruos de mañana Iosmar López el otro Guillermo Rafael Vilches Proenza revista Bifronte / año I no. 1-2005/ coordinadores: luis felipe rojas rosabal michael hernández miranda asesor: P. olbier hernández redacción y correspondencia: obispado de holguín calle martí no. 136, holguín, cuba (80100) PUBLICACIÓN TRIMESTRAL ADSCRITA A LA COMISIÓN DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL DEL OBISPADO DE HOLGUÍN e-mail: revbifronte@yahoo.com los trabajos firmados expresan la opinión de sus autoresEra un animal cinéfilo, un gourmet de la palabra. Escribió de la paz y de la guerra con viñetas que trasladaban el amor y el horror al amanecer en el trópico. Amaba las carnes de los tigres más tristes y llevaba la isla bajo el brazo, acaso era una isla flotante, como dijo alguna vez refiriéndose al exilio de José Martí. Guillermo Cabrera Infante, aún después de muerto, novela La Habana. Obsesión de viandante insomne, el mapa de sus calles, portales, cines y plazas sigue apareciendo en sus sagas deslumbrantes. A la sombra de una sala oscura, descubrió historias reales de dulzura y perdón, de dolor y hastío, como en muchas de las películas que vio y volvió a ver. Había nacido en Gibara, una villa costera de Oriente que aun cuando dejen de soplar nortes seguirá prodigando a los viajeros el olor nostálgico del pez volador. Allí descubrió Caín la fascinación encerrada en un libro abierto y leyó -- recomendado por su maestro de escuela-- el Diario de campaña del que murió en Dos Ríos. Allí caminó con los brazos abiertos por los filos del abismo, el aire de mar batiendo su cara. Allí esperó la hora del próximo filme para adolescentes en el viejo cine de barrio. Allí amó y odió. Allí hizo un juramento. Allí supo de Joseph Conrad, nacido en Polonia, pero establecido durante medio siglo en Inglaterra, o para ser más exactos, en barcos ingleses. Y de Witold Gombrowicz, que vivió 35 años en Polonia, 23 en Argentina y 6 en Francia. Y del ruso Vladimir Nabokov, habitante de Europa (Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza...) que llegó a vivir dos décadas en Estados Unidos. Y del gran Igor Stravinski, que habitó en Rusia durante 26 años, en Francia y la Suiza francófona durante 29, y en Estados Unidos durante 32. De ellos aprendió la fuerza itinerante de los viajeros consumados que no perdieron el cordón umbilical que los unía a una cultura o un idioma. A ambos, idioma y cultura, hizo aportes perdurables en el orden de una visión pluralizada de las artes, imán de escritura novelada, imágenes concatenadas, rejuego lúdico y metáfora del desgarramiento que no excluye humor e ironía. Quevediano siempre, Cabrera Infante es el humor cubano legitimado en alta literatura. Y también la música de la noche cubana, el bolero aquel de sangre y guapería, cuyos artífices también murieron. O el sonido en sordina de un piano de cola que acompaña una sesión de cine silente. Quien murió en Londres no es sino su cuerpo, su carnalidad borrada tras el adiós definitivo. La muerte de Caín BIFRONTE 4Un diario con más de cien años Guillermo Cabrera Infante Guillermo y Martí amaron esta tierra como quien la ama y la deja para siempre, con la misma furia y presentimiento de estar sellando un pacto de infinita lealtad. Bifronte acerca a los lectores esta semblanza de Caín sobre el cubano universal de la calle Paula. Cito de memoria porque me aprendí la cita entonces de memoria, no por motivos patrióticos, sino por la figura del extraño viajero en tierra extraña en una aventura política. Ahora, más de medio siglo después, sé que ese pasajero nunca detiene su andar porque la tierra que habita no está en la geografía, sino en la historia. Pero es un desterrado sin tierra histórica, un exiliado. Al niño que leía La Edad de Oro le habría parecido un destino fantástico, como si la historia fuera una novela de, digamos, Jules Verne. Los poemas, los versos dispersos de Martí, su poesía toda podría pertenecer a una antología cubana hecha en el siglo pasado que bien puede hacerse hoy, El laúd del desterrado. Los discursos, las reflexiones que hizo Martí en vida pertenecen a la literatura del exilio, porque Martí se hizo escritor en el exilio y aunque murió en Cuba, esa tierra por la que perdió la vida era territorio del exiliado que vuelve como el viajero que huye. Toda mi vida desde esos nueve años, desde antes, ha estado envuelta entre las páginas de Martí. Su figura histórica, distorsionada por tirios y troyanos (y la referencia a Troya que hace el refrán es exacta), sino manifiesta por el hombre que Unamuno llamó “nada menos que todo un hombre”, y por su escritura, que es toda una literatura. Pero Martí, ya lo sé, plantea más problemas que problemas resuelve. Voces de muerte (no sólo cerca del Guadalquivir sino del Tajo y más abajo) declaran muerto a Martí. Dicen que nadie lee a Martí en España, que bien pudo escribir en sánscrito porque la suya es una lengua muerta. No sé a quiénes de sus contemporáneos se lee en España, pero ciertamente no a Unamuno (que nació sólo 11 años después de Martí) ni al más joven y ya viejo Ortega y Gasset y que es el más fácil y feliz de los filósofos. Ortega opinó también de casi todo y Unamuno escribió el ensayo Del sentimiento trágico de la vida en los hombres, pero no dijo nada de la tragedia en las mujeres. No se puede culpar a Martí ni de frivolidad de salonnier ni de machismo. Al contrario, Gabriela Mistral, que debía saber lo que dice, dijo que Martí era un hombre flor que tuvo la desgracia de nacer, vivir y morir, sobre todo morir, entre hombres máuser, que fue el fusil más letal. Cuando muchos escritores escriben abriendo, cuando mucho sólo una ventana y algunos entornando una puerta, Martí escribió abriendo puertas de par en par. Un escritor muere cuando mueren sus palabras y la palabra de Martí, su voz que ha durado más de cien años, estará siempre viva porque Martí escribía de viva voz. BIFRONTE 5 l 28 de enero de 1939 mi maestro de tercer grado me mandó a buscar un libro a la biblioteca municipal. Salí de la escuela y recorrí corriendo las tres cuadras hasta mi destino. Llovía una llovizna fina que apenas mojaba. El libro que me dieron, no me prestaron, tenía una cubierta de colores vivos: el mismo libro estaba vivo. Me lo metí bajo la camisa y regresé corriendo a la escuela. En el aula se lo entregué a mi maestro, al que todos llamaban en el pueblo Ramonín. Todos menos nosotros los alumnos que lo llamábamos maestro. Ramonín tomó el libro con su mano izquierda, lo pasó de mano y con su mano derecha me lo devolvió. Es decir, me lo entregó. -Es para ti. Como premio a la excelencia. Era la primera vez que me daban un premio y mi sorpresa y mi timidez me impidieron dar las gracias. Cogí el libro, mi libro, y fui a sentarme en mi pupitre no en medio de los aplausos, sino de un silencio embarazado. El libro, mi premio, La Edad de Oro, estaba escrito por José Martí. Ese día era el de su natalicio. Niños de América La Edad de Oro era una compilación de los cuatro números de una revista que Martí había escrito y editado “para los niños de América”. (Yo era uno de esos niños de América, pero no lo sabía entonces). Acaricié el libro de lomo liso, lustroso y empecé a leerlo. Todavía no he terminado ni creo que terminaré nunca. Quiero decir darlo por terminado, porque es un libro vivo. Era una compilación de cuentos, decir de hadas es decir de hados, y versos, escritos para niños o traducidos. Pero había una narración titulada Tres Héroes que comenzaba con una frase que me persigue todavía, unas veces en forma de cita, otras en forma de parodia. He aquí la cita: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer y sin sacudirse el polvo del camino no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar”.Martí no es sólo la literatura cubana, es su fundación que es nuestra tradición. Toda tradición contiene su traición. Judas, ¿habrá que recordarlo fuera de Semana Santa?, empezó siendo un fiel seguidor de Jesús. Martí, presentado a los cubanos como nuestro Apóstol, ha tenido a sus apóstatas precisamente entre aquellos que decían -y dicen- seguirlo fielmente. Pero no he venido aquí a anotar a los traidores, sino a elogiar a José Martí. Martí no es un fantasma propicio que se convoca alrededor de una mesa redonda, pero su voz todavía nos habla. No de ultratumba, sino de sus páginas. Martí vivió toda su vida adulta en el exilio y sin embargo es el más cubano de los cubanos. Su martirio fue una forma de fracaso. Pero su instrumento político más eficaz, aparte de su suicidio, es el discurso político, del que es uno de los grandes maestros del idioma, si no el más grande. Muchos de sus discursos, se ve, estaban escritos, pero otros fueron recogidos al ser pronunciados, transcritos por sus fieles. Pero donde mejor se muestra el genio de Martí es, más que en sus versos, en sus artículos, en inglés y en español, publicados en Nueva York y en Buenos Aires, especialmente para La Nación, diario argentino que era entonces el más prestigioso de América hispana. Martí escribió páginas espléndidas sobre los héroes del folclore político americano. Su viñeta sobre la rendición de los confederados es un documento histórico, pero sobre todo es una pieza literaria: “El 9 de abril: En Appomatox, río estrecho; en el pueblo, cinco casas: un juzgado, un taller de carrero, una pulpería, una casa de ladrillos, una taberna; del pueblo al río, un terrenillo y en él un manzanar, que daba buena sombra; a un lado del camino, donde un negro tiene ahora una cabaña, descansaba Grant”, que es el retrato del general vencedor. Ahora llega el general vencido: “Venía el general Lee, despacio sobre un caballo rosillo, vestido de coronel confederado, a la cabeza de su Estado Mayor... Ya llevaba la bandera de los estados sin fortuna caída sobre su corazón”. Martí escribe también sobre ilustres visitantes, como Oscar Wilde, en una crónica magistral, relata: “Llegó un hombre joven y fornido... que tiene los ojos azules... y lleva corbata azul, sin ver que no está bien en las corbatas el color que está bien en los ojos. Son nuestros tiempos de corbata negra”. ¿Quién lo diría? ¡Martí preocupado por la moda masculina! Pero no hay que asombrarse. Este hombre habló de todo: de moda, de boxeo, de béisbol. Entre su inmensa diversidad aparece un artículo sorprendente aún en sus sorpresas, titulado El gimnasio en la casa. Dice Martí: “En estos tiempos de ansiedad de espíritu urge fortalecer el cuerpo”. ¿No es verdad que es inaudito? Martí, como periodista, escribió de todo, hasta declararse amante de los animales y amigo de las sociedades protectoras de perros, gatos y caballos. Sus crónicas Escenas norteamericanas relatan las vidas trágicas del Oeste, como la del bandido Jesse James, también cuenta la larga vida feliz de Buffalo Bill, que comienza con un amplio panel pop un siglo antes de que surgiera el pop art: “Búffalo Bill”, escribe, “se ve ahora escrito en colosales letras de colores, en todas las esquinas, cercados de madera, postes de anuncios y muchos muertos de Nueva York”. Juicios literarios ¿Quién escribía así entonces? En esas crónicas hay juicios literarios tempranos sobre Walt Whitman y lo compara con Poe al decir de Hojas de yerba: “Es mucho más hermoso, extraño y profundo que El cuervo. El poeta trae al féretro un gajo de lilas”. También hace el elogio de una novelista popular, Louisa May Alcott, la autora del clamoroso best seller Mujercitas, al que la noria del cine ha vuelto a poner de moda. Martí llegó a escribir para sus lectores suramericanos sobre cómo se hace un libro, desde la página escrita a mano hasta su reproducción por la imprenta y su impresión última, explicando todos los términos de la técnica del oficio. Martí escribió: “Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche”. Pero en Estados Unidos estaba bien al día. Su obra maestra absoluta quedó inconclusa como su vida y se vino a publicar después de muerto Martí. Belicistas y belicosos insisten en llamarlo Diario de campaña, pero en el espíritu de Martí y porque fue escrito en una campaña en que Martí finalmente nunca participó, prefiero llamarlo Diario. Comienza sucinto y seco pero con un dejo que no es otra cosa que americano y es una despedida al inicio de la gran despedida. Martí muere exactamente mes y medio después. La última entrada es del 17 de mayo, dos días antes de que Martí se hace matar. El martirio de Martí fue su exilio y su éxito. Su martirio fue una forma de fracaso, pero a la vez fue un triunfo. Nunca exiliado seguro en América perdió tanto con su destierro -perdió eso exactamente, su tierra- y ganó más al convertirse de oscuro aprendiz de panfletista (cuando lo deportaron de Cuba, sin haber cumplido los 20 años), en uno de los más grandes escritores de habla española y en nuestro primer prosista. Sin duda esa prosa densa la aprendió a escribir en su destierro académico de España y en su exilio profesional en Estados Unidos. BIFRONTE 6en Santo Domingo y es en tierra dominicana que Martí produce una de las frases más bellas de la literatura española de los dos últimos siglos. Se trata de una muestra del arte del escritor formado en tierra extraña y que va de vuelta a su país con el afán exotista de los románticos hecho realidad inmediata. La súbita presencia antillana, tan próxima a Cuba y un nombre de mujer casi mítico, memorable, lo hacen anotar voluptuoso: “Abril 9. Lola, jolongo, llorando en su balcón. Nos embarcamos”. Entre el comienzo dominicano y su fin en Dos Ríos el escritor produce páginas de diario que son en realidad trozos de memorable, maestra literatura. Martí no pretende hacer gran literatura, es evidente, pero no puede evitarlo: según va a la muerte, la expedición guerrillera es su camino de perfección literaria. De ahí lo que escribió acerca del campamento insurrecto, sus tribulaciones y los mambises que marchan con él rumbo a la muerte o al triunfo: a una de esas dos libertades posibles. Titulé una charla con el nombre de El martirio de Martí y se ve bien que tratando de huirle al lugar común caí en él. Todos los que, por razones políticas, se niegan a reconocer que Martí se suicidó en el campo de batalla, usan la palabra martirio, y no están errados. Había en Martí un ansia de inmolación que era, en realidad, una voluntad de martirio. Esta necesidad de muerte no era nueva ni única. Al contrario, ya había sido expresada por muchos poetas a través de los siglos y varios poetas románticos escogieron la muerte, como Martí, mientras peleaban por la vida -es decir, por la libertad de un pedazo de tierra, propia o ajena-. Martí murió antes de entrar en combate propiamente, en una oscura escaramuza. BIFRONTE 7 La vida de Martí consistió en tratar de recobrar toda su tierra: terminar su destierro y al mismo tiempo crear una Cuba libre porque le era imposible vivir bajo un régimen doblemente oneroso: totalitario y extranjero. Martí muere cuando recobra a Cuba. No cuando consigue su libertad, sino cuando termina su destierro y gana su tierra. Martí fue todo lo que puede ser un escritor profesional y mago: Corresponsal suramericano en Estados Unidos y columnista americano, escribiendo su espléndido español y su pobre inglés, y aun cuando escribía en español, por apremio económico, tenía a veces que convertirse en hack y hasta cometer ese pecado que es una virtud del periodista: hablar de lo que no sabe. Pero no tengo la menor duda de que la escritura de Martí -con todos sus excesos, por todos sus excesos- es el aparato barroco, conceptista y elocuente más poderoso que ha producido la literatura en español desde Quevedo. Un trozo de prosa martiana no sólo es reconocible a simple vista y a sólo oído, sino que tiene la densidad mensurable de ciertos metales sólidos, como el platino, por ejemplo, y líquido como el mercurio, azogue que falta a su contemporáneo Sarmiento. Esta prosa es una expresión que se ha declarado propia del orador con poco tiempo. Es posible. No soy orador: ya lo habrán advertido ustedes. No sé cómo escriben los oradores -si es que escriben-. Pero la aparente simplicidad de su Diario, obra del guerrillero en la manigua con ningún tiempo, es igualmente densa y vibrante. No hay dudas de que en Martí tanto la complejidad evidente como la aparente simplicidad son buscadas. Son, además, producto de un oficio preciso y de una voluntad creadora ejemplar. Toda su prosa tiene una urgencia contagiosa, aun cuando reseña una demorada exposición de cuadros impresionistas. Pero su Diario de campaña termina no con la nota abrupta del que va a morir, sino en una calmada descripción de la vida en el campamento mambí: “Asan plátanos y majan tasajo de vaca, con una piedra en el pilón para los recién venidos. Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre y me trae Valentín un jarro hervido en dulce, con hojas de higo”. Hay que señalar que ese Contramestre es el río cerca del cual cayó Martí en Dos Ríos. Este párrafo final del Diario no creo que signifique mucho en la indagación de la escritura en el exilio -Martí se hace escritor fuera de su tierra, pero produce su obra maestra absoluta al regresar y recobrar su isla. Quiero anotarlo antes de olvidarlo. Martí, antes y ahora, es la personificación del escritor en el exilio, hecho escritor en el exilio, hecho grande en el exilio- y sin embargo su mejor libro, como se ve, su más perfecta prosa, su expresión más propia está escrita en Cuba. ¿Es que el exilio no es una situación geográfica o histórica, sino una tierra que el escritor lleva siempre consigo? Para Martí, Cuba debió ser una isla flotante, porque el Diario comienza en Montecristi, Martí estaba protegido por el jefe de las fuerzas revolucionarias cubanas, general Máximo Gómez. Apuntaba más lejos -de hecho a nosotros que vivimos a casi un siglo de su muerte, que creemos que la política suele ser el último refugio del pícaro y la primera vocación del vivo-. Sabemos que si no hay una historia de la política, siempre habrá una historia de la literatura. Un práctico explorador de los españoles, que era un mulato cubano, se acercó lo suficiente como para ver a los caídos y al reconocer a Martí exclamó: “¿Usted por aquí, Don Martí?”, ¡como si estuviera en un paseo habanero y viera a un viejo amigo! De seguidas levantó su rifle Remington y remató a Martí, cuyo cadáver cayó en manos enemigas y fue registrado, expoliado y finalmente escamoteado hasta el cementerio de Santiago de Cuba por los españoles. Hay demasiados elementos extraños para creer en lo extraordinario. Lo ordinario es que Martí buscaba la muerte romántica en el campo de batalla y se apresuró a encontrarla en la primera escaramuza porque la esperaba hacía tiempo y desesperaba de estar vivo. Los cubanos lamentaron la desaparición de Martí. Prosa poderosa Martí murió en su martirio, pero si no debió de morir, sí debió de vivir y sin duda la única vida que queda ahora a Martí está en su prosa poderosa, en sus ensayos adelantados, y en sus artículos de prensa que son literatura imperecedera: todo lo que tocó lo convirtió en prosa pura. Es ésta la que hay que recordar no importa cuándo, que se acerquen a ella ojos humanos que saben leer español tendrán que admitir: “Pero, ¿por qué lamentar que Martí no debió de morir? Martí no ha muerto. ¡Ah!, está vivo en su prosa viva. Esa prosa es el hombre. José Martí es un hombre hecho de prosa”. Lean estos fragmentos de su prosa de campaña, parca pero lujuriante como la vegetación del trópico, brillante como los machetes mambises, siempre incandescente como una luz que no cesa, como ese sol en el cielo de su isla recordada, de nuestra isla perdida. Martí llega a mejorar la historia y la geografía con su escritura, el artificio de la literatura es más creíble que la naturaleza. Sin duda, podrán ustedes apreciar su escritura, que ha atravesado el tiempo y las modas y los estilos. Muchos escritores de habla española escriben como Martí sin saberlo, otros tratan de copiarlo sin lograrlo. Todavía peor, su obra ha sido usada como bandera política en todas partes, en Cuba y en el exilio, antes y ahora, y aunque Martí fue muchas veces un escritor político, el tiempo ha demostrado que era eso: primero escritor, luego político y aun cuando su escritura es obviamente política, vibra con una trascendencia que nos hace creer que su autor , José Martí, apuntaba más lejos -de hecho a nosotros que vivimos a casi un siglo de su muerte, que creemos que la política suele ser el último refugio del pícaro y la primera vocación del vivo-. Sabemos que si no hay una historia de la política, siempre habrá una historia de la literatura. El pan lmelio está en el Boulevard y voy rápido a la esquina de FIN DE SIGLO, la ya antigua y hoy (como opinara Hemingway de Constantinopla ayer 18 Octubre 1922) pálida e inesplendorosa TIENDA POR DEPARTAMENTOS de Águila y San Rafael Encuentro primero la mesa donde un Señor de piel negra, canoso y distinguido, vende ágilmente lindas cadenas finas: Tal es la afluencia, a «La Habana», de mulatas/ “Criadas para blancos” dijo Fowler “Cantidades rosadas” diría (hasta) Lezama Después, a lo largo de la acera y contra el rodapié de dos parcas vidrieras del FIN..., Rubén (hermano del novelista erótico Jorge Alberto Aguiar, y este, compadre de Almelio) extiende su mercadería: para/Médicos, Science-Fictions, por supuesto: Policiales, más Literatura “seria” en todas sus variantes que en definitiva son dos: Creación, y Crítica de la Creación; aunque para Cabrera Infante (como dijo Valéry) la verdad sea una sola: écriture ¿Sigue siendo válido para ti lo que escribiste en la página 16 de Exorcismos de esti(l)o “Literatura es todo lo que se lea como tal”? Ahora acortaría la frase: Literatura es todo Como quiera que Cabrera Infante no vive Aquí, no pienso discutir su “acortamiento” sino mostrar cuan mayor que la Imaginación es la Realidad... porque un viejo, blanco y su piel llenita de escamas rosas como úlceras pestilentes o putrefactas, acopia comida que el Barrio y Vendedores out-side-r (fuera de juego falta en balompié y poemario del problema de Padilla) “tiraron”, echaron al Latón de Basura... La náusea [novela de Sartre / cuento de Agostinho (pronuncie Agostiño(k) Neto] no me sobre-vino hasta ver cómo el viejo sacó una mala cuchara de aluminio y raspó con parsimonia todo el fondo tanquil: Una pasada Confitura de Coco que probó, gustó y enseguida raspó más para guardar-la en una «cajita» de cartón para buffet (gala palabra que significa armario/ fonda/ caja), de esas que usamos para el fiambre de las Fiestas de Quince y/o Bodas [las Bodas también se verifican en un bufete] Sin embargo, aún de 7ma. Categoría y muchas veces zurcida, la ropa que el viejo vestía estaba muy-muy- muy limpia, realmente lavada y planchada. de los muertos (Labrador Ruiz) Ismael González Castañer BIFRONTE 8 BBIFRONTE 9 ¡Y si le brindas un plato de comida recuerda Rubén quitándose restos de mi nausée se ofende y te lo deja ahí y uno de bobo, todavía, con el cubierto en la mano! I I Entre las 3:00 y 6:00 pm (ésta, Hora de Recogida de la Almelio's and Cía, no de la Basura) conté 8-10 supervisores de carroña, y el 5to. (sí sucio y raído como el culo de los perros del cuento de Charles Bukowski) se molestó porque no había ya nada en os Tanques, o, bueno, sólo “desperdicio” propiamente dicho. Me disculpé por haber alcanzado mi vómito algunos libros y ayudé a recoger-los: “No se lee más”, comentó Antón, “de lo que en proporción comemos: la gente lee menos, compra alimentos todo el tiempo” “Positivo”, asintió Rubén, que me parece miembro del Ejército de Salvación. PABLO EN LA ESTERA Eyife: el signo más “firme” de los cocos Pero valió la pena porque para un “neófito” como yo revela que el pollo fue aceptado por el santo no creo que exista otra oportunidad de que la sangre fue bien recibida en la piedra “conversación” ante 'Lraza: La Puerta primordial/ El Umbral primordial/ Querubín de la Puerta/ Al otro día Catherine entregaría a Lauren nuestra Guardián que empuña el Florete ardiente/ Dos Literatura, que necesitaba los retoques de última Basilisk, o Sima, o Dos Cisnes/ El Tesoro/ El que hora; pero como de cierta forma “Hacerse santo” aguarda por el corazón y no por el texto que lo razonaba Má “es volver a nacer” y un “recién invoca'; y porque no creo que Chúgar, Nenita o yo nacido” conscientemente no auto-extiende sus volvamos a experimentarlo comiendo unas Pizzas manos, no podía-mos extender-le directamente los de Vegetales y Chorizo mirando la Serie Play Off de textos y otros documentos. Pelota entre los 'Dos Basiliscos' del momento: Azul contra Naranja, ganada por nuestro Cielo: PdHv no Para «respetar» las normas del culto al respecto, y a pudo ver los 'ardientes floretes' combatiendo la vez despachar nuestro Asunto, procedimos: porque “renacía” en el otro cuarto y de acuerdo con «la norma» no podía apartarse de la estera [debió Hincando mis rodillas en el piso, yo, ser mágica, como las mil y una alfombras de “temeroso”, deslizaba las copias en la Arabia]; ni tampoco, gustándole tanto (en el FAX estera. “Pablitín” [le llama su madre a enviado por Lauren ésta lamenta no poderle enviar PdHv: Pablo demetrio Herrera veitía: poeta por ESE medio Una: Oh, if I could send you some del Temor a Dios] las miraba, advertía pizza!), pudo comer las Pizzas las Chorizo, no alguna cosa, poníalas en la estera y yo, recuerdo por qué; y las Vegetales porque, “temeroso”, recogíalas de allí, les anotaba el ecologista al fin (Alessandra/ Garaicoa-Mae/ cambio y volvía con “temor” a deslizarlas Carmen-Víc'/ Caridad-Rito/ Chúgar y yo mismo: en la estera. De nuevo, y así nunca olvidamos la comida que nos hizo completamente a base de vegetales y, no obstante, Hasta cumplir “tres meses” y hacerse “el Ecbó” (lea ¡sabía a cualquier tipo de carne! / Unicidad de la el cuento “En el gran ecbó” de Cabrera Infante [tres materia, del universo) eran para Catherine.años después recibirá el premio Cervantes de la Real Academia de la Lengua Española] en el volumen Delito por bailar el chachachá (Alfaguara, 1995) no podíamos tocarlo, estrechar sus manos o abrazarle / pobre Pablo: lo más que “los Santos” permitieron a Catherine y para eso porque oracularon “En todo lo que hacen y dicen se ve claramente lo mucho que se aman y quieren” fue dormir paralela a la dél en otra estera... hasta que TAXI: 4:00 am: al AEROPUERTO. BNext >